30 de diciembre de 2023

Desconexión progresiva

Cada vez estoy más desconectado del baloncesto. 

No es que no me guste el deporte de la pelota naranja (o tricolor, depende de la situación). Es que las circunstancias no ayudan a mantener la atención como hacía antes. 

Primero, mi estado físico que me impide jugar desde hace ya demasiado tiempo. Coxartrosis en ambas caderas y artrosis en la parte baja de la espalda, con dolor a diario, en ocasiones leve, otras veces bastante acusado, pero casi siempre un factor limitante. No negaré que esto ha sido un golpe moral que me está costando asumir, incapaz de entender que mi cuerpo no puede seguir el ritmo de mi cabeza, todavía joven.

Sigo perteneciendo al grupo de Whatsapp y soy de los más activos, pero ya no es lo mismo no poder estar cada semana. Y resulta duro,  porque en los diez años previos, prácticamente había jugado el 95% de las convocatorias, como poco. 

A medida que pasan los meses, soy consciente de que la práctica activa del baloncesto se ha terminado para mí. A veces pienso en abandonar el grupo. Me resulta demasiado triste no poder decir que sí a las convocatorias semanales. Confieso que muchas veces me alegro cuando por diversas circunstancias no se puede jugar. Soy malo, lo sé. 



Ya casi no compro la Gigantes. Desde 1989 no falle una sola semana en los quioscos hasta que la revista cambió a una periodicidad mensual. Todos los martes la compraba y el miercóles ya la había terminado, con suerte, y no me quedaba otra que releer y releer sus páginas hasta la semana siguiente. Desde entonces, sólo compro los especiales y a veces ni siquiera eso.

Hace años que no veo casi ningún partido de la NBA, aunque ya he dicho por aquí que no me gusta el baloncesto que se juega hoy. Por eso quizá no me hago un League Pass o me abono a Movistar, porque ni siquiera me motiva ver un partido de los Celtics.Vivir o morir en el triple, eso no es para mí, que crecí con Magic, Bird y Jordan, el juego al poste, los fundamentos y el tiro a media distancia.

Lo mismo, o peor todavía, me pasa con la Liga Endesa o la Euroliga. Hace todavía más años que no veo un partido de baloncesto FIBAque de la NBA. Ni siquiera echo un vistazo a la clasificación, más allá de los comentarios en el grupo de amigos o las noticias generales que veo por internet. No he podido disfrutar del ciclo exitoso del Madrid, después de comerme la travesía del desierto y ver cómo el Barcelona nos mojaba la oreja durante demasiados años, y la última Euroliga que he visto alzar al equipo blanco ha sido la de Sabonis en 1995.

 


El único baloncesto que veía era el de selecciones, cada verano. Cuando había JJOO, Mundobasket o Eurobasket, me tragaba varios partidos al día, muchos de la fase de grupos y todos los cuartos de final, semifinales y final. Cuando cogía las vacaciones en el trabajo, lo hacía con la fase decisiva de los campeonatos en mente. Era como un atracón después de la abstinencia. Y resulta que el pasado Mundobasket, TVE toma la decisión (o compra los derechos así) de solo dar los partidos de España y un partido de los días que no jugaban, normalmente el de USA. Así que tuve que despedirme de ver selecciones interesantes o disfrutar de historias como las de Sudán del Sur o Bahamas. Ya no me queda ni ese desahogo.

No obstante, no se han roto todos los lazos: sigo diversas cuentas en Youtube o Twitter, escucho podcasts, juego al SuperManager ACB (aunque muchas veces ficho jugadores que ni siquiera sé quiénes son) y comparto noticias en el grupo de WhatsApp. Pero no sé por qué, no es lo mismo y cada vez me encuentro más alejado del baloncesto.

Me refugio en el baloncesto viejuno. La página de basketballreference.com o los chicos del podcast de Era baloncesto son ahora mis mejores compañeros. Sigo viendo los videos de Colgados del Aro, más que nada por pagar de alguna forma la deuda moral contraída durante su soberbia labor durante los duros días del confinamiento en 2020. Nostalgia pura y dura, diría yo, de tiempos que sin duda fueron mejores y que cada vez soy más consciente de que ya no volverán. 

Como siempre tengo sensaciones más agrias que dulces, en este momento en que miro al pasado con mucha nostalgia y veo el pitido final cada vez más cerca, sabiendo que estoy ya jugando el tercer cuarto del partido de mi vida. 

17 de diciembre de 2023

Tiempo de Victoria (T1 y T2)

Impresionante. 

Esta es la palabra que mejor define a Tiempo de Victoria, la serie de HBO Max sobre el ascenso de los Lakers del showtime. A la calidad a la que ya nos tiene acostumbrados, hay que añadir la temática del baloncesto en general y la de la NBA de inicios de los 80 en particular, cuando la irrupcíón de dos novatos en la temporada 1979-80 plantó las bases del resurgir de una rivalidad histórica sobre la que se ha cimentado lo que es el inmenso negocio que es el baloncesto americano hoy. 

La primera temporada arranca con la compra de la franquicia de Los Ángeles Lakers por un advenedizo, el doctor Jerry Buss, al que el resto de los propietarios miraban por encima del hombro cuando llegó. Un personaje al que da vida de forma magistral John C. Reilly y que revolucionó la forma de hacer negocios en el baloncesto, a pesar de que para llegar a él tuviera que endeudarse hasta las cejas, pedir dinero a su madre y hacer una sociedad con su ex mujer. 

 


No sé hasta qué punto la serie es fiel en esto, pero lo que es indudable es que Buss fue, si no el primero, de los primeros propietarios en concebir el baloncesto como un negocio en sí mismo. Se dio cuenta de que el estadio solo estaba ocupado unas cincuenta noches al año, dependiendo de si el equipo llegaba a las eliminatorias por el título o no, y que el resto del año se le podía sacar rendimiento alquilándolo para conciertos o eventos multitudinarios. 

Se dio cuenta de que si el equipo ganaba, las oportunidades eran todavía mayores, así que se centró en crear una máquina de hacer baloncesto atractivo, combinándolo con el encanto de la soleada California. 

Si, además tienes la suerte de hacerte con el primer puesto del draft de 1979 y de tener la suficiente cabeza como para elegir a Magic Johnson (la serie muestra que Buss impuso su criterio frente al de sus asesores, entre ellos Jerry West, de seleccionar a Sidney Moncrieff), añades un potencial enorme a un equipo que ya contaba con figuras como Norm Nixon, Jamaal Wilkes y, sobre todo, Kareem Abdul - Jabbar, el mejor jugador sin discusión de la década de los setenta.

 

El Dr. Buss

El accidentado fichaje de Jack McKinney (asesinato de un amigo de Tarkanian en Las Vegas mediante) y su esperanzador comienzo, el accidente que casi le mata y la llegada accidental de Paul Westhead al cargo de entrenador y, sobre todo, de Pat Riley como entrenador ayudante. La brillante temporada regular, mirando siempre de reojo a los odiados Celtics de Larry Bird. La gran actuación en las eliminatorias y la victoria final por 4-2 ante los Sixers. Todo eso es la T1 de Tiempo de Victoria, que termina por todo lo alto. 

La T2 es todavía mejor.

Comenzando con la tremenda decepción de la derrota ante los Houston Rockets en las eliminatorias de 1981, con la sal derramada sobre la herida que supuso el título de los Celtics en las Finales de ese año, pasando por los problemas internos que tuvo el equipo en la temproada 81-82: problemas de química interna entre Magic y Nixon; el malestar de Kareem que le hizo pedir públicamente el traspaso, junto con la tragedia personal que supuso perder su casa y sus bienes en medio de un pavoroso incendio; la forma peculiar de gerencia de Buss, que pretendía (según la serie) llevar los negocios como una familia, lo que le llevó a firmar un contrato vitalicio a Magic (25 millones por 25 años) y las consiguientes tensiones con el resto de la plantillla. 

Pero, sobre todo, se muestra de forma convincente la progresiva pérdida de control de la plantilla por parte de Westhead, que ni siquiera el título de 1982 pudo solventar y que estalló con la humillante derrota en las Finales de 1983 ante los Sixers del Dr. J y de Moses Malone (la del famoso fo´, fo´, fo´).

Y llegan las Finales de 1984, el primer enfrentamiento directo entre Magic y Bird, la de la calefacción en el Garden, Kareem respirando oxígeno en el banquillo, la hostia de McHale a Rambis que embarró una serie que dominaban los Lakers... y el título de los arrogantes verdes. 

 

Quincy Isaiah y Solomon Hughes

 

La historia, no por ser conocida, deja de ser atractiva. Complementada además con la historia personal del Dr. Buss y de su hija, actualmente la propietaria mayoritaria del equipo, del propio Magic y Cookie y, en la segunda temporada, de Larry Bird (cómo dejó la universidad de Indiana, el suicidio de su padre y su reclutamiento, partidillo en vaqueros y zapatos incluido, por Indiana State a la que llevaría a la final universitaria del 79, su fichaje por los Celtics habiendo sido elegido un año antes, incluso ese guiño a la historia de su madre diciendo que Magic es su segundo jugador favorito por detrás de Laimbeer, al que su hijo odiaba...)

Lo que me llama más la atención de Tiempo de Victoria es el genial trabajo de selección de actores y de caracterización, porque estás viendo a las personas reales. Ya he comentado lo de John C. Reilly, pero es que el desconocido (para mí) Quincy Isiah es Magic (mide 1,91 según Imdb). Otro desconocido Solomon Hughes (2,11 m) es Kareem (coronilla calva incluida). Otro más, Sean Patrick Small (1,93 m) es Larry Bird. Jason Segel es Paul Westhead. El renacido Adrian Brody es Pat Riley, masticando chicle como si no hubiera mañana... Todos se parecen, se mueven y tienen gestos clavados a los personajes que representan, hasta el actor que hace de lo más parecido a un villano que tiene la serie, Red Auerbach. Y eso es de un atractivo innegable para todos aquellos que vivimos aquellos tiempos dorados que, todavía hoy , consideramos el mejor baloncesto de la Historia.

De manera incomprensible, HBO decide terminar aquí y no renovar por una tercera temporada. Incomprensible porque no tiene sentido terminar una serie sobre la dinastía de los Lakers con una derrota, porque todavía quedan seis años de la década en la que fueron los dominadores hasta que llegaron los chicos malos de Detroit. 

 

La corbata de Pat

Supongo que los resultados de retorno de inversión no serán buenos y aquí no está nadie para perder dinero, lo que nos lleva a pensar en por qué, si ese fuera el caso, las audiencias no hacen gala a una serie que es muy buena desde todos los puntos de vista, aclamada tanto por la crítica como por el público. 

Tiempo de victoria no se escapó de la polémica. Ha habido acusaciones de falta de veracidad en las situaciones y también críticas de los supuestos protagonistas de los hechos. Si no recuerdo mal, el mismo Jerry West, al que se representa como una persona acomplejada, insegura y traumatizada por las continuas derrotas infligidas por los arrogantes verdes a sus Lakers de los sesenta y principios de los setenta, abrió una demanda por la forma en la que se le refleja. 

El resumen es que, a  pesar del corte brusco, Tiempo de victoria es una serie que hay que ver. En imdb cotiza hoy a un sólido 8,3 y eso son palabras mayores.

1 de octubre de 2023

Weltmeister!

La final europea del Mundobasket (en realidad, siete de los nueve primeros clasificados son europeos, lo más parecido a un mundial de balonmano por el tremendo bajón de rendimiento de Brasil y, sobre todo, Argentina en los últimos años) terminó con la victoria de Alemania frente a Serbia. El recién llegado y el viejo conocido.

Ambos llegaron al partido final tras derrotar a las otras dos selecciones no europeas y máximas favoritas a encontrarse por el título, en dos partidos igualados. Pude ver el de Alemania frente a Estados Unidos y el nivel ofensivo hizo palidecer a las defensas. Más de 100 puntos por ambos contendientes, Alemania marcando el récord de puntos anotados a un equipo NBA (superando al establecido por Lituania unos días antes y superado por Canadá dos días después en el partido por el bronce). 

Mientras lo estaba viendo, pensaba hasta cuándo iban a poder aguantar a los estadounidenses. Craso error, la cuestión era si los NBA iban a ser capaces de remontar.

El MVP
 

La final apenas tuvo color y los alemanes dominaron el partido, haciéndose con la medalla de oro después de un campeonato brillantísimo en el que se deshicieron, entre otras, de Australia en la fase de grupos y eliminando a Letonia (el partido en que estuvieron más cerca de la derrota), Estados Unidos y Serbia. 

Se podría calificar de sorprendente, pero Alemania lleva unos años llamando a la puerta. En el Eurobasket de 2022 ya solo pudimos ganar con mucho sufrimiento y un final de partido soberbio por parte de Lorenzo Brown (cuánto se le ha echado de menos este año). En 2023 han firmado un campeonato inmaculado, contando sus partidos por victorias. 

El escudero (la estrella en la sombra)
 

Su líder en la pista y declarado MVP del campeonato es Dennis Schröder, el mismo que tuvo en sus manos la eliminación de España en el Eurobasket de 2015, pero con unos años más. Veo en Dennis un caso similar al de Patty Mills, jugadores de rol en la NBA (mejor carrera individual del alemán) que cuando se ponen la zamarra de su selección en FIBA se transforman y se convierten en jugadores dominantes. 

No obstante, para mí su jugador más importante, con diferencia, es Franz Wagner, que ha crecido de una forma descomunal en Orlando y en FIBA hace gala de grandes recursos tanto en ataque como en defensa. A partir de ahí, jugadores de rol que saben muy bien su papel (Theis, Voigtmann, Bonga, Obst...), muchos con pasado NBA, dirigidos desde la banda por un entrenador muy solvente que conoce al grupo. 

El profesor

Lo bueno de este equipo es que ha sabido sobreponerse a los malos momentos de Schröder, tanto dentro de la pista (sobre todo su mal partido ante Letonia) como fuera. La polémica con Maxi Kleber pudo haber dinamitado las opciones de Alemania incluso antes de empezar el campeonato, pero a lo mejor lo que hizo fue todo lo contrario, creando unos lazos mucho más fuertes entre los componentes de la selección. 

Ahora, la cuestión es saber cuánto van a poder alargar la racha de una selección que se ha acercado a los puestos de cabeza solo esporádicamente. Así, de cabeza, recuerdo el oro del Eurobasket 93 (eliminando a España en la prórroga con canasta del desaparecido Welp), bronce en el Mundobasket 2002 (otra vez eliminando a España), plata en el Eurobasket 2005 (canastón de Dirk frente a Garbajosa para eliminarnos en semifinales) y bronce en el Eurobasket 2022 (eliminados por España). 

 

El éxito

Es curioso, todos sus éxitos menos este último tienen un color rojigualda a favor o en contra. Este año falló el guión. Nos hubiéramos enfrentado en cuartos de final, pero no nos dio para llegar. Y con sinceridad pienso que este año tampoco nos iba a dar para ganarles. 

Era su momento y lo han aprovechado. Un éxito sin precedentes que ni siquiera el grandísimo Dirk Nowitzki consiguió a pesar de ser el segundo NBA más dominante en FIBA (Gasol sería el primero). 

Larga vida al campeón.

9 de septiembre de 2023

Decepción mundial

Al final, los temores se hicieron realidad. Vale, alguno podría decir que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Que somos agoreros, pájaros de mal fario, cenizos, que no sabemos disfrutar del momento.

El caso es que España ha caído en la fase previa de los cuartos de final de este Mundobasket, algo que no ocurría en ninguna competición internacional desde los JJOO de Sidney 2000, año del debut de Juan Carlos Navarro y de Raül López en la absoluta y torneo previo a la irrupción gloriosa de Pau Gasol y el resto de la generación del 80, que tantos éxitos nos ha dado. 

El grupo de clasificación se saldó con victorias más que solventes ante Costa de Marfil, Irán y Brasil. Vale, no son selecciones de relumbrón, pero los triunfos fueron bastante claros y con momentos de juego brillantes. 

 

Proliferaron los artículos de sesudos analistas que han descubierto en este torneo a Santi Aldama. Se multiplicaron los parabienes a Juan Núñez, declarándole timón de la selección para los próximos diez años, por lo menos. Todo parecía ir viento en popa.

En el otro lado del cuadro, la sorpresa saltó el primer día: derrota de Francia frente a Letonia. Nos frotábamos las manos: dos partidos, frente a Canadá y Letonia, ganar uno de los dos y a cuartos de final. Hasta era conveniente quedar segundos, decían algunos, y así evitar a Estados Unidos hasta la gran final. Estaba claro: nos íbamos a comer el mundo, otra vez, y dar un bofetón en todos los morros a los cenizos antipatriotas que no se suben al carro. 

Craso error. Dos últimos cuartos terroríficos en ataque han sido suficientes para echarnos del Mundobasket y dejarnos a todos con un palmo de narices. Más doloroso el trance ante Letonia, por inesperado, que el de Canadá, que se podía ver venir. Aunque luego, visto el resto del campeonato de Letonia, se puede decir que pasaron los dos mejores equipos y que España estuvo un pasito o dos por detrás.

He dudado mucho qué título poner. Aunque considero que lo mínimo que se le puede pedir a cualquier equipo que España ponga en una competición es llegar a cuartos de final, la palabra fracaso puede ser demasiado dura. Prefiero decir que es una decepción, aunque tampoco resulta exacto, porque es algo que se podía esperar. 

 


 

No querría poner el foco en ningún nombre, pues seguramente estaría siendo injusto, pero antes de la cita pensaba que Llull no estaba para ir y que podría ser mejor llevar a Jaime Fernández. El campeonato me ha dado la razón y el rendimiento ha estado lejos de ser el esperado. Por otra parte, no entiendo por qué se lleva a Joel Parra para luego darle un puñado de minutos. 

Fuera de esto, el campeonato de España ha sido previsible y el resultado, creo, se puede resumir en tres puntos: 

  1. Las bajas de Lorenzo Brown y Ricky Rubio dejaron a la selección huérfana de una figura que fue clave en los éxitos de 2019 y 2022: un base generador de ventajas, capaz de alimentar a tipos como Willy Hernangómez y, en caso de necesidad, crearse sus propios tiros y mantener el equipo en los malos momentos hasta que algún otro se sume al carro. 
  2. Faltó un go-to-guy, un jugador que se echase el equipo a la espalda, que quisiera el balón en los momentos calientes y que fuera capaz de atemperar comportamientos y temperamentos. Está bien tener un juego coral, pero en los momentos de la verdad a veces no es suficiente y a jugadores que en sus equipos son, con suerte, tercera o cuarta opción, les cuesta ser la primera. Los jugadores que por carácter pueden ser este hombre, por edad o por otras cuestiones no están para asumir el rol de líder más que puntualmente (Rudy) o ni siquiera (Llull). Otros simplemente no han dado la talla (Willy, Juancho) o no tienen el carácter o la edad y galones necesarios (Aldama).
  3. Hay que decir que no ha sido el campeonato más brillante de Sergio Scariolo. Empezando por las decisiones más o menos discutibles de confección de plantilla hasta su falta de reacción y soluciones en los momentos complicados de los partidos de Letonia y Canadá. Ante los bálticos quizá no se notara tanto, pero contra Canadá, Jordi Fernández estuvo un paso o dos por delante de nuestro italiano favorito. 

Tras la derrota ante Canadá, las redes sociales hirvieron contra el trío arbitral. No podemos escudarnos en eso. Fue un mal arbitraje, pero lo fue para ambos equipos que casi acaban desquiciados en momentos clave de los partidos. 

La defensa, brillante por momentos, no ha sido suficiente y se ha desarmado en los momentos clave, con un acumulado de 23-54 en los últimos cuartos decisivos de ambos partidos. Demasiados puntos en contra.  

 


Una decepción al final. Dura, es verdad, porque siempre está el temor a repetir la horrenda travesía en el desierto de finales de los ochenta y la  década de los noventa, encadenando decepción tras decepción durante casi quince años. Ahora sería más dura, viniendo de donde venimos. Como comparación, Argentina ha quedad fuera del Mundobasket por primera vez en cuarenta años y de los JJOO por primera vez desde 2000. No es previsible que eso nos pase a nosotros, porque hay jugadores jóvenes que empujan con fuerza, pero lo que sí me parece es que nos va a faltar carácter ganador. 

En lo que respecta al torneo, cuando escribo resta por definir los cuatro primeros clasificados. Ha habido grandes historias (Letonia), selecciones a las que les ha faltado un punto para triunfar (Lituania, que incluso ganó a EEUU), otras que han cumplido por encima de las expectativas (Italia), y otras que han ido de más a menos (República Dominicana, Brasil, que llegaron al final con opciones de clasificación para cuartos...). Alguna que otra decepción (Finlandia, Francia, Australia),sobre todo la de Collet y sus muchachos, eliminados en la fase de grupos cuando eran candidatos unánimes a los ocho primeros.

En cuanto a jugadores top: Bogdanovic, Zagars, Schröder, Shai Gilgeous-Alexander, Rondae Hollis-Jefferson, Carlik Jones, Karl-Anthony Towns... por momentos Juan Núñez. Sigo diciendo que Doncic, a pesar de ser muy bueno, llega fundido a los partidos decisivos y se pierde en luchas estériles contra los árbitros y rivales. 

Está siendo un campeonato con partidos interesantes, algunas palizas indecentes y un nivel que, me parece, se ha igualado por abajo, faltando selecciones dominantes sin fisuras, a pesar de los grandísimos campeonatos de Alemania y Serbia, más que merecidas finalistas (aunque con un recorrido bastante más complicado para los germanos). 

Final europea en el Mundobasket. Siete selecciones europeas entre las nueve primeras (puesto final de España). Lo más parecido al balonmano en los últimos tiempos.

30 de julio de 2023

Garra

Es conocida la afición de Adam Sandler a nuestro deporte preferido y bastante habitual verle en pachangas en la calle o en pabellones, con un look particular y un estilo callejero que le asemeja con un Allen Iverson de DIA. 

Calidad de su juego y su estética aparte, tenemos que agradecerle que el baloncesto haya sido protagonista en NETFLIX y se estrenara Garra. Sandler hace de un ojeador de los Philadelphia 76ers en busca de talentos por todo el mundo. Asentado y respetado en su trabajo, el propietario le ha confirmado que le dará la oportunidad de sentarse en el banquillo en la próxima temporada, pero su fallecimiento repentino hace que la franquicia quede en manos de su hijo, más orientado a los beneficios y bastante lejos del sentimiento old school de respeto a la palabra dada y amor al deporte.

 


 

Asqueado, deja su puesto en el equipo y a modo de freelance continúa viajando hasta dar con un diamante sin pulir en una cancha callejera de ¡España!. Ahora mismo no recuerdo si se dice que se trata de Barcelona o Palma de Mallorca, pero la estética y la fauna que se ve alrededor de la cancha está más cerca de cualquier barrio latino de una ciudad cualquiera en los Estados Unidos (una muestra más de la ignorancia infantil a la que los estadounidenses nos tienen acostumbrados en cuanto a geografía global). 

En esa cancha de discutible etnicidad, el personaje de Sandler se encuentra con Bo Cruz, un muchacho tatuado hasta las cejas que juega por dinero en canchas de cemento y cuida de su hija y de su madre. La particularidad que hace Garra una película cercana es que Bo Cruz es el alter ego de Juancho Hernangómez.  

La película es una de tantas cintas de superación y sueño americano a las que nuestros amigos yanquis nos tienen acostumbrados y que suelen apelar a la fibra del espectador con historias más o menos lacrimógenas y con inevitable final feliz. Garra no se separa de este trazado ni una pulgada, hasta que el bueno de Stanley consigue que Bo Cruz sea drafteado por los Boston Celtics. 

Tampoco se olvida de que una buena historia necesita un villano. En este caso se trata de Kermit Wilts, un hablador de basura que humillará a Bo y le llevará al siguiente nivel de competitividad que tanto gusta al otro lado del charco. Kermit Wilts tiene la suerte de tener las habilidades baloncestísticas y las facciones de Anthony Edwards, estrella de los Wolves.

 

Quién sabe si Bo y Kermit se enfrentarán este año en el Mundobasket, defendiendo a sus selecciones. 

Además de ser una película entretenida y que se ve bien, uno de los atractivos de Garra es el largo listado de cameos relacionados con el mundo del baloncesto. Desde Scariolo y el equipo nacional al completo, pasando por el Dr. J, Maurice Cheeks, Brad Stevens, Moritz Wagner, Michael Porter Jr., Kyle Lowry, Mathisse Tybulle, Seth Curry, Nowitzki... y Boban Marjanovic que hace gala de su talento para la comedia. Os invito a entrar en la página de Garra en imdb y echar un vistazo a todos los jugadores que aparecen, algunos fugazmente. De hecho, ver la película se convierte casi en un juego de reconocer los que van saliendo. 

Con una duración inferior a dos horas, Garra entretiene. Además, según he podido leer, los diferentes entrenamientos que vemos en pantalla son bastante reales y utilizados por los profesionales de esto, así que aprenderemos un poquito. 

En imdb tiene una nota de 7,3, lo que completa el cuadro para que sea una cinta imprescindible para cualquier aficionado al deporte de la pelota naranja (o tricolor).